domingo, 22 de mayo de 2011

"Granja de hormigas"

Suena la alarma del celular, siete de la mañana. . . ¡Quince minutos por favor!, suplico.
¡Arriba, día de exposición! ¿Bueno o malo?, ya veremos en unas horas, antes, muchas cosas por hacer.
Un baño rápido, jeans, playera cómoda, chanclas de Pocahontas, ¡lista!
Todo alistado desde el día anterior. Check list: Caja con material, toallas, platos, correas, cepillos. . .¡listo! Mesa de arreglo. . . ¡listo! Jaulas y carpas. . . ¡listo!
La niñera, como de costumbre, llega tarde. Instrucciones para los chiquillos que todavía duermen. Finalmente, ¡perros al auto! ¡Vámonos!
Recorro los 90 kilómetros con mente enmarañada. ¿Quién estará inscrito? ¿Cómo resultará el día? ¿Pasarán bien mis hijos estas horas sin mí?
Llegamos. Calor infernal y ¡no es ni mediodía! A toda prisa: baja perros, instala carpa y ordena todo. ¡Listo! Tiempo de saludar a los conocidos, amigos del medio. . . hora de disfrutar.
Inicia el juzgamiento con el interminable grupo de boxers.
Llega la hora del baño. . . ¿Quién acaba más mojado, Tití, los perros o yo? Ahora a secar, cepillar, fuera bigotes, ¡maquillaje a esta nariz moteada, por favor! Primero, listo, al kennel. . .¡el que sigue! A comenzar de nuevo.
Dogo de Burdeos está en la pista y mi estómago cruje de nervios. ¿Por qué no me gustó hacer granjas de hormigas?, pienso. La idea me saca la carcajada con nerviosismo.
¡Fuera de kennel, chicos! Tití se alista. Saco, números en el brazo izquierdo. . . en marcha.
Primero van los machos así que toma a Makaryo y yo a Isis. Avanzamos y Maka me mira con ojos de reclamo, “¿Por qué dejas que me lleven?”.
Antering. . .¡ya no puedo más! El juez de pista anuncia al número 131. Tití entra a la pista con mi cachorro, las piernas me tiemblan. Tití lo posa y el juez inicia su trabajo. Se aleja y observa a los tres ejemplares. Makaryo es el segundo en línea. Toca su turno. El juez se acerca, toca su cabeza, lo observa, revisa mordida, revisa su cuello, su pecho y su espalda recta, mide la cola al corvejón. . .un poco más larga. “¡Señor Juez, tenga más pudor!”, dicen Maka con los ojos cuando el juez revisa ese último “detallito”.
“Ida y vuelta, por favor”, pide el juez. Chiflo, aplaudo, sudo y sufro. “Una vuelta completa, por favor”, ordena. Vuelvo a chiflar, aplaudir, más sudor y sufrimiento. . . ¡Me duele la piel por los nervios!
Nuevamente en fila y Makaryo posa como un rey. El juez se aleja y echa una última mirada para comparar. “Una vuelta todos, por favor”. . . No más de 5 o 6 segundos y mis manos están empapadas, las piernas me tiemblan, el estómago me arde y mi corazón late a mil por hora.
El juez levanta la mano para dar el veredicto final y la extiende señalando al número uno. . . ¡Hacia Maka! ¡Ganamos! ¡Ganamos! Entregan los tarjetones de colores y ¡mi color favorito llega hasta los míos!
Sé que esta historia se repetirá muchas ocasiones y es probable que en cada una de ellas sienta lo mismo. Algunas veces ganaremos y otras perderemos. He aprendido que esto es una rueda de la fortuna. . . a veces arriba y otras abajo, pero lo importante es siempre subirse a ella.
¿Y las granjas de hormigas?. . . jajaja. . . no gracias, ¡Amo la adrenalina!

viernes, 20 de mayo de 2011

¡Hasta que te cases!

¿Qué cómo es que me enamoré del Gran Danés?
Mi primer recuerdo me lleva a cuando tenía 10 años. Dos ojitos azules y un majestuoso pelaje negro fueron mi primer encuentro con lo que ahora es mi pasión. Mi hermanito trepado sobre el majestuoso Gran Danés durante una visita a unos desconocidos quedó en mi memoria al igual que en una foto que recuerdo con la misma nitidez.
Por casa pasaron varias mascotas a través de los años, todas muy queridas pero, aquel recuerdo fue materializándose en anhelo hasta que, finalmente, pregunté a mis padres: “¿Puedo tener un Gran Danés?”.
La respuesta fue clara y contundente, en esa y todas las solicitudes posteriores: “¡No! ¡Cuando te cases y tengas tu casa, podrás tener lo que quieras! Los años pasaron y la respuesta fue inamovible.
Así pues, hace poco más de 5 años me casé. Tuve mi primer hijo y con trabajo y esfuerzo compré mi primer perrita: mi Gala, hermosa, de carácter vivaz y mirada dulce, era como mi trofeo.
Mi Patricio, de apenas 8 meses y ella, una cachorrita, eran el motivo de mis risas cuando jugaban. ¡Emocionante y estresante fue ver a mis bebés crecer juntos! Gala tratando de jugar con Pato, mordía sus orejitas y retozaban hasta verlos caer dormidos juntos en la cunita decorada con el oso Pooh.
Las expos pronto comenzaron a coquetearme y, cuando caí en la tentación, tuve la triste revelación de que Gala no era del todo apta para exponer. De ahí que, a la primera oportunidad, traje a casa a una belleza chilena: mi Ash.
El bagaje de mi vida, meses después, incluía: Un hijo, dos perros Gran Danés y ¡yo compitiendo en la Mundial Canina! Comenzaba nuestra historia y con una sola queja: ¡Nadie me dijo que generaba fuerte adicción!
Hoy, a la mitad del divorcio, mi saldo de estos 5 años incluye cosas buenas y entre ellas están mis perros. Con y por ellos estoy llena de sueños y aspiraciones. Vivo rodeada de grandes corazones contenidos en cuerpos gigantes de miradas que emanan mucho amor.
Por eso es que, hoy, agradezco que un día me respondieran, “¡Cuando te cases!”, pues estoy convencida de que eso marcó el momento ideal para iniciar mi “Gran Sueño”.
Y tú. . . ¿Cuándo tuviste tu primer Danés?