¿Qué cómo es que me enamoré del Gran Danés?
Mi primer recuerdo me lleva a cuando tenía 10 años. Dos ojitos azules y un majestuoso pelaje negro fueron mi primer encuentro con lo que ahora es mi pasión. Mi hermanito trepado sobre el majestuoso Gran Danés durante una visita a unos desconocidos quedó en mi memoria al igual que en una foto que recuerdo con la misma nitidez.
Por casa pasaron varias mascotas a través de los años, todas muy queridas pero, aquel recuerdo fue materializándose en anhelo hasta que, finalmente, pregunté a mis padres: “¿Puedo tener un Gran Danés?”.
La respuesta fue clara y contundente, en esa y todas las solicitudes posteriores: “¡No! ¡Cuando te cases y tengas tu casa, podrás tener lo que quieras! Los años pasaron y la respuesta fue inamovible.
Así pues, hace poco más de 5 años me casé. Tuve mi primer hijo y con trabajo y esfuerzo compré mi primer perrita: mi Gala, hermosa, de carácter vivaz y mirada dulce, era como mi trofeo.

Las expos pronto comenzaron a coquetearme y, cuando caí en la tentación, tuve la triste revelación de que Gala no era del todo apta para exponer. De ahí que, a la primera oportunidad, traje a casa a una belleza chilena: mi Ash.
El bagaje de mi vida, meses después, incluía: Un hijo, dos perros Gran Danés y ¡yo compitiendo en la Mundial Canina! Comenzaba nuestra historia y con una sola queja: ¡Nadie me dijo que generaba fuerte adicción!

Por eso es que, hoy, agradezco que un día me respondieran, “¡Cuando te cases!”, pues estoy convencida de que eso marcó el momento ideal para iniciar mi “Gran Sueño”.
Y tú. . . ¿Cuándo tuviste tu primer Danés?
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